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Un poco de historia sobre Mataró

Mataró nació hacia el año 80 aC, cuando se fundó la ciudad romana de Iluro. Se edificó sobre un pequeña elevación a la llanura litoral, donde hoy en día encontramos el núcleo antiguo de la ciudad. Iluro llegó a ser una de las ciudades más importantes de la Cataluña romana hasta que en el siglo III dC el Imperio Romano entró en decadencia y prácticamente la abandonó.
No es hasta el 801 que se vuelve a encontrar documentada la existencia de Mataró, bajo el topónimo de Alarona. Era un pequeño núcleo poblacional que más adelante se llamó Civitas Fractai y que fue la semilla del Mataró medieval.
Mataró fue una pequeña villa medieval, que a partir del siglo X se estructuró en torno a la basílica de Santa María. Formada por campesinos, bajo el dominio de los señores feudales del Castillo de Mata, en 1424 pasó a ser la calle de Barcelona por decreto del rey Alfonso el Magnánimo y rompió con el yugo del feudalismo.
Pese a no tener puerto, Mataró se lanzó al mar. Barcos llenos de mercancías procedentes de todo el mundo descargaban en las playas mataronines para evadir los impuestos y aranceles que debían pagarse a la ciudad condal. Muchos mataronenses vieron en el comercio marítimo una oportunidad y fueron a "hacer las américas". Algunos triunfaron y volver a casa con grandes fortunas, que sirvieron para impulsar la revolución industrial y financiar el modernismo.
El indiano mataroní más famoso fue Miquel Biada, que llevó a la ciudad la primera línea de ferrocarril de la península Ibérica. Las tempranas fábricas textiles y de género de punto lo aprovecharon y Mataró se convirtió en una de las ciudades industriales más importantes del país. La industria textil fue un polo de atracción de población que venía de fuera para trabajar, un fenómeno que provocó la transformación de la fisonomía de la ciudad para la edificación de nuevos barrios obreros.